Las Rimas de Bécquer (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida)
La primera recopilación que hizo Bécquer de su poesía la llamó El Libro de los Gorriones. Pero este manuscrito, que entregó, ya compuesto para su publicación, a su amigo y protector Luis González Bravo, político conservador y ministro de Gobernación de Isabel II, desapareció en el incendio del palacio del amigo en las revueltas de la Revolución de la Gloriosa (1868), que acabó con el destierro de Isabel II (Gobierno del general Prim, reinado de Amadeo de Saboya, y I República)
En 1871, a los pocos meses de la muerte de Bécquer, sus amigos publican sus rimas , recogiéndolas de los periódicos en donde se habían publicado o en el nuevo manuscrito del poeta, que había intentado reproducir de memoria el libro de rimas que se había perdido en 1868. Este nuevo manuscrito, un cuaderno, se encuentra en la Biblioteca Nacional.
Las Rimas están compuestas por 76 poemas breves, de métrica variada con rima asonante casi siempre, que forman, en realidad, un solo poema de amor, en los que el poeta habla de sí mismo y de su vida interior. . Las Rimas son como una autografía sentimental, donde el poeta nos expresa los sentimientos de emoción, tristeza y dolor desde el momento en el que el amor aparece hasta el momento de abandono y soledad, en el que sólo pervive el recuerdo.
El orden de las rimas establecido por sus amigos no corresponde al dado por el poeta en El Libro de los Gorriones. No se sabe, además, el orden en el que éste las escribió. La publicación de 1871 se estructura en torno a cuatro series temáticas: la poesía, el amor, el desengaño, y el sentido de la existencia y la muerte:
Primera serie (reflexión sobre la poesía): IV, VII, XI
Segunda serie (la exaltación amorosa): XIII, XVI, XVII, XX, XXI, XXII, XXIII
Tercera serie (el desengaño): XXX, XXXVII, XXXVIII, XLI
Cuarta serie (el sentido de la existencia, sentimiento de dolor y angustia, y la muerte): LII, LIII
Para Bécquer, la poesía se encuentra en la belleza, tanto en la de la naturaleza como en la de la mujer, concebida con cierta espiritualidad; en lo inalcanzable, y en lo misterioso e inexplicable racionalmente.
El amor es un tema central que se expresa de distintas formas. Con frecuencia, los poemas están escritos en 1ª persona (el poeta habla de sí mismo) y en 2ª (se dirige a un tú, la mujer, como si de una conversación o de una carta se tratara).
El amor se presenta como armonía y plenitud, como experiencia de un orden perfecto en el que no hay separación ni límites, sino unión: del individuo con la naturaleza, de las realidades con los deseos, del mundo con Dios. Bécquer idealiza el amor, que da sentido a nuestra existencia, valorando el amor imposible, lo inalcanzable, lo etéreo. La mujer de sus poemas puede identificarse con algunas damas que se relacionaron con el poeta, como Julia Espín o su hermana Josefina.
El amor y la poesía dan sentido a la existencia. Pero en algunos poemas las preguntas sobre el sentido de la vida se formulan y responden de modo más explícito.
Estructura de las Rimas
Bécquer sigue a la vez la tradición de la poesía popular y culta. Compone versos de arte mayor (10,11 y 12 sílabas) y de arte menor (5, 6, 7 y ocho sílabas) Unas estrofas se construyen con endecasílabos y heptasílabos y otras con octosílabos; pero los versos de 11 sílabas y 7 son los preferidos del poeta. Utiliza también el pié quebrado, con el que da a sus poemas breves un ritmo muy apropiado y personal, relacionado con el tema y el tono del poema. La rima suele ser asonante, por ser más leve, más imperceptible y más sugerente, además ésta está estrechamente ligada a las formas populares y tradicionales que dominan en sus poemas.
Sus rimas son composiciones breves, de forma popular, tomadas de la tradición de la poesía castellana y germánica, las baladas, y de la poesía romántica alemana, caracterizada por su brevedad, musicalidad e intensidad (Schiller, Heine y Rückerte). También podemos relacionar estas composiciones con la música vocal de Schubert y Schusmann.
Son también características las estructuras paralelísticas, y las construcciones antitéticas y adversativas. La repetición de estructuras sintácticas acentúa en el lector una sensación de entusiasmo o abatimiento e intensifica la emoción.
Las antítesis y las estructuras adversativas expresan una contradicción esencial en las rimas: el YO frente al TÚ, la inspiración frente a la razón, la luz frente a la oscuridad.
Siguiendo las huellas de la balada germánica, la poesía de Bécquer tiene una forma aparentemente dialogada donde las palabras YO y TÚ alcanzan el máximo índice de frecuencia. El sujeto Yo es el constante emisor del mensaje poético. Y partiendo de ese Yo omnipresente, el poeta se dirige constantemente a un TÚ presente en el contexto, pero sin presencia, ausente del contexto espacial del mismo. Es en realidad un monólogo que destila incomunicación, soledad, salvo el ejemplo de la rima 21 que constituye, tal vez por ese motivo, la más esperanzadora del libro.
El fracaso de la esperanza de identificación amorosa convierte en entidades antagónicas el TÚ y el YO, proyectándose diversos aspectos formales y conceptuales. En un nivel estructural , el señalado dualismo becqueriano puede analizarse como en el reflejo en la forma de esa sensación, tan del poeta, de una imposibilidad de comunicación con el TÚ de la amada o con la misma poesía con la que a veces se identifica.
Muchas rimas terminan con una expresión muy breve o una exclamación, que nos dan a entender que sabe callar a tiempo en el momento más alto de la emoción. Otras terminan con una explicación de imágenes previas o con una frase sentenciosa en las que prevalece el clima emocional creado en las estrofas anteriores.
El lenguaje poético
Bécquer busca la esencialidad en el lenguaje y huye de una excesiva retórica. Son frecuentes las figuras de repetición sintáctica (anáforas, bimembraciones, paralelismos); los hipérbatos; los epítetos y las anteposiciones de los adjetivos para acentuar las emociones; y la variedad de la entonación (exclamaciones e interrogaciones). También son frecuentes las imágenes sensoriales: sonido, vista, tacto, movimiento. Las más frecuentes son las referidas a la luz y al movimiento, que expresan la animación del mundo y la de la propia poesía. La luz se identifica también con la mujer y el amor, con aquella plenitud que sintió y recuerda.
Contexto literario
Cronológicamente, Bécquer pertenece al período postromántico, en la época en la que en España dominaba el Realismo. Su obra, sin embargo, representa una evolución del movimiento romántico. Sus temas predilectos--el amor, la magia, el exotismo, la Edad Media--muestran su entronque con el Romanticismo, pero sus versos carecen del tono rimbombante y del sentimentalismo exagerado generalmente asociados con el Romanticismo. En sus 28 "leyendas" se observan varios rasgos románticos, como los temas del amor imposible, la soledad y la miseria, el tono misterioso y el interés en lo sobrenatural, lo exótico y lo costumbrista. El paisaje, que apenas existe en las Rimas, adquiere un énfasis especial en las Leyendas. Pero en ambos géneros, el mundo exterior no existe sino en relación con el alma del autor.
Para Bécquer, el poema es un vehículo mediante el cual intenta comunicar una belleza inefable e ideal, como indican sus versos famosísimos "Puede no haber poetas, pero siempre / habrá poesía." La musicalidad y aparente sencillez formal de sus versos radican en el interés que tenía Bécquer en la nueva lírica alemana, sobre todo en la de Heine, cuya obra había sido traducida al español por dos amigos de Bécquer, Augusto Ferrán y Eulogio Florentino Sanz. El lirismo intimista y la síntesis de métrica y contenido afectivo que se observan en la poesía de Bécquer son una herencia directa de su lectura de Heine. Bécquer rechazó todo artificio retórico, porque quería que la forma de sus versos naciera de su contenido, y que la inspiración y la razón se encadenaran en ellos. Para Bécquer, el poema representaba "la memoria viva" del sentido: "escribo como quien copia de una página ya escrita; dibujo, como el pintor que reproduce el paisaje que se dilata ante sus ojos y se pierde entre la bruma de los horizontes."
La poesía simbolista y sumamente subjetiva de Bécquer influyó notablemente en la obra de muchos de los poetas del siglo XX, como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Rafael Alberti y Luis Cernuda. Los modernistas del siglo XX vieron en la obra de Bécquer un modelo para su propia poesía.
La primera recopilación que hizo Bécquer de su poesía la llamó El Libro de los Gorriones. Pero este manuscrito, que entregó, ya compuesto para su publicación, a su amigo y protector Luis González Bravo, político conservador y ministro de Gobernación de Isabel II, desapareció en el incendio del palacio del amigo en las revueltas de la Revolución de la Gloriosa (1868), que acabó con el destierro de Isabel II (Gobierno del general Prim, reinado de Amadeo de Saboya, y I República)
En 1871, a los pocos meses de la muerte de Bécquer, sus amigos publican sus rimas , recogiéndolas de los periódicos en donde se habían publicado o en el nuevo manuscrito del poeta, que había intentado reproducir de memoria el libro de rimas que se había perdido en 1868. Este nuevo manuscrito, un cuaderno, se encuentra en la Biblioteca Nacional.
Las Rimas están compuestas por 76 poemas breves, de métrica variada con rima asonante casi siempre, que forman, en realidad, un solo poema de amor, en los que el poeta habla de sí mismo y de su vida interior. . Las Rimas son como una autografía sentimental, donde el poeta nos expresa los sentimientos de emoción, tristeza y dolor desde el momento en el que el amor aparece hasta el momento de abandono y soledad, en el que sólo pervive el recuerdo.
El orden de las rimas establecido por sus amigos no corresponde al dado por el poeta en El Libro de los Gorriones. No se sabe, además, el orden en el que éste las escribió. La publicación de 1871 se estructura en torno a cuatro series temáticas: la poesía, el amor, el desengaño, y el sentido de la existencia y la muerte:
Primera serie (reflexión sobre la poesía): IV, VII, XI
Segunda serie (la exaltación amorosa): XIII, XVI, XVII, XX, XXI, XXII, XXIII
Tercera serie (el desengaño): XXX, XXXVII, XXXVIII, XLI
Cuarta serie (el sentido de la existencia, sentimiento de dolor y angustia, y la muerte): LII, LIII
Para Bécquer, la poesía se encuentra en la belleza, tanto en la de la naturaleza como en la de la mujer, concebida con cierta espiritualidad; en lo inalcanzable, y en lo misterioso e inexplicable racionalmente.
El amor es un tema central que se expresa de distintas formas. Con frecuencia, los poemas están escritos en 1ª persona (el poeta habla de sí mismo) y en 2ª (se dirige a un tú, la mujer, como si de una conversación o de una carta se tratara).
El amor se presenta como armonía y plenitud, como experiencia de un orden perfecto en el que no hay separación ni límites, sino unión: del individuo con la naturaleza, de las realidades con los deseos, del mundo con Dios. Bécquer idealiza el amor, que da sentido a nuestra existencia, valorando el amor imposible, lo inalcanzable, lo etéreo. La mujer de sus poemas puede identificarse con algunas damas que se relacionaron con el poeta, como Julia Espín o su hermana Josefina.
El amor y la poesía dan sentido a la existencia. Pero en algunos poemas las preguntas sobre el sentido de la vida se formulan y responden de modo más explícito.
Estructura de las Rimas
Bécquer sigue a la vez la tradición de la poesía popular y culta. Compone versos de arte mayor (10,11 y 12 sílabas) y de arte menor (5, 6, 7 y ocho sílabas) Unas estrofas se construyen con endecasílabos y heptasílabos y otras con octosílabos; pero los versos de 11 sílabas y 7 son los preferidos del poeta. Utiliza también el pié quebrado, con el que da a sus poemas breves un ritmo muy apropiado y personal, relacionado con el tema y el tono del poema. La rima suele ser asonante, por ser más leve, más imperceptible y más sugerente, además ésta está estrechamente ligada a las formas populares y tradicionales que dominan en sus poemas.
Sus rimas son composiciones breves, de forma popular, tomadas de la tradición de la poesía castellana y germánica, las baladas, y de la poesía romántica alemana, caracterizada por su brevedad, musicalidad e intensidad (Schiller, Heine y Rückerte). También podemos relacionar estas composiciones con la música vocal de Schubert y Schusmann.
Son también características las estructuras paralelísticas, y las construcciones antitéticas y adversativas. La repetición de estructuras sintácticas acentúa en el lector una sensación de entusiasmo o abatimiento e intensifica la emoción.
Las antítesis y las estructuras adversativas expresan una contradicción esencial en las rimas: el YO frente al TÚ, la inspiración frente a la razón, la luz frente a la oscuridad.
Siguiendo las huellas de la balada germánica, la poesía de Bécquer tiene una forma aparentemente dialogada donde las palabras YO y TÚ alcanzan el máximo índice de frecuencia. El sujeto Yo es el constante emisor del mensaje poético. Y partiendo de ese Yo omnipresente, el poeta se dirige constantemente a un TÚ presente en el contexto, pero sin presencia, ausente del contexto espacial del mismo. Es en realidad un monólogo que destila incomunicación, soledad, salvo el ejemplo de la rima 21 que constituye, tal vez por ese motivo, la más esperanzadora del libro.
El fracaso de la esperanza de identificación amorosa convierte en entidades antagónicas el TÚ y el YO, proyectándose diversos aspectos formales y conceptuales. En un nivel estructural , el señalado dualismo becqueriano puede analizarse como en el reflejo en la forma de esa sensación, tan del poeta, de una imposibilidad de comunicación con el TÚ de la amada o con la misma poesía con la que a veces se identifica.
Muchas rimas terminan con una expresión muy breve o una exclamación, que nos dan a entender que sabe callar a tiempo en el momento más alto de la emoción. Otras terminan con una explicación de imágenes previas o con una frase sentenciosa en las que prevalece el clima emocional creado en las estrofas anteriores.
El lenguaje poético
Bécquer busca la esencialidad en el lenguaje y huye de una excesiva retórica. Son frecuentes las figuras de repetición sintáctica (anáforas, bimembraciones, paralelismos); los hipérbatos; los epítetos y las anteposiciones de los adjetivos para acentuar las emociones; y la variedad de la entonación (exclamaciones e interrogaciones). También son frecuentes las imágenes sensoriales: sonido, vista, tacto, movimiento. Las más frecuentes son las referidas a la luz y al movimiento, que expresan la animación del mundo y la de la propia poesía. La luz se identifica también con la mujer y el amor, con aquella plenitud que sintió y recuerda.
Contexto literario
Cronológicamente, Bécquer pertenece al período postromántico, en la época en la que en España dominaba el Realismo. Su obra, sin embargo, representa una evolución del movimiento romántico. Sus temas predilectos--el amor, la magia, el exotismo, la Edad Media--muestran su entronque con el Romanticismo, pero sus versos carecen del tono rimbombante y del sentimentalismo exagerado generalmente asociados con el Romanticismo. En sus 28 "leyendas" se observan varios rasgos románticos, como los temas del amor imposible, la soledad y la miseria, el tono misterioso y el interés en lo sobrenatural, lo exótico y lo costumbrista. El paisaje, que apenas existe en las Rimas, adquiere un énfasis especial en las Leyendas. Pero en ambos géneros, el mundo exterior no existe sino en relación con el alma del autor.
Para Bécquer, el poema es un vehículo mediante el cual intenta comunicar una belleza inefable e ideal, como indican sus versos famosísimos "Puede no haber poetas, pero siempre / habrá poesía." La musicalidad y aparente sencillez formal de sus versos radican en el interés que tenía Bécquer en la nueva lírica alemana, sobre todo en la de Heine, cuya obra había sido traducida al español por dos amigos de Bécquer, Augusto Ferrán y Eulogio Florentino Sanz. El lirismo intimista y la síntesis de métrica y contenido afectivo que se observan en la poesía de Bécquer son una herencia directa de su lectura de Heine. Bécquer rechazó todo artificio retórico, porque quería que la forma de sus versos naciera de su contenido, y que la inspiración y la razón se encadenaran en ellos. Para Bécquer, el poema representaba "la memoria viva" del sentido: "escribo como quien copia de una página ya escrita; dibujo, como el pintor que reproduce el paisaje que se dilata ante sus ojos y se pierde entre la bruma de los horizontes."
La poesía simbolista y sumamente subjetiva de Bécquer influyó notablemente en la obra de muchos de los poetas del siglo XX, como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Rafael Alberti y Luis Cernuda. Los modernistas del siglo XX vieron en la obra de Bécquer un modelo para su propia poesía.